Economía circular del dato

¿Quién no ha escuchado hablar de economía circular?

Las ciudades del futuro y muchos de los productos actuales, ya están centro de ese ciclo de la economía circular, y cuando buscamos información sobre esta tendencia sostenible, vemos ejemplos como:

  • Botellas que se convierten en alfombrillas y salpicaderos para los coches.
  • Neumáticos que se transforman en chancletas o protecciones para guardarraíles.
  • Construcción sostenible de casas y oficinas con materiales reciclados.
  • Carpetas, fundas y mochilas fabricadas desde botellas de plástico de agua.
  • Ciudades con materiales reciclados.

Como podéis ver, todo está ligado al concepto de reutilizar una materia prima, e incluso diseñar un producto para favorecer su economía circular y vida futura, porque el diseño es quien determina en gran medida (hasta un 80%) qué vida tendrá ese producto para otros y nuevos usos.

Sin embargo, no se dice nada de lo intangible, y gran parte del valor de la economía circular también está en los datos. Hay datos generados en una punta del mundo sobre un planta agrícola que puede salvar la vida a una persona en la otra parte del mundo. Y es evidente que la economía circular no ha llegado al dato.

La economía circular del dato es un concepto nuevo, que os traigo desde una reflexión propia y humilde sobre cómo perdemos la oportunidad de maximizar el valor del dato. Porque el dato bruto, al contrario que el material, puede ser parte de diferentes productos y servicios al mismo tiempo. Por lo tanto, no necesitamos “reciclar” el producto para conseguir una nueva vida para sus materiales, sino que podemos maximizar el recorrido y ciclo de vida de cada dato.

Un ejemplo sencillo puede ser una plantación de cereal en un campo agrícola, que tiene datos de la tierra como humedad, fertilidad, y así mismo, en el proceso de generación de harina por ejemplo, esos datos pueden ir creando una línea de vida del producto. Cuando llegue a su siguiente nivel, por ejemplo a una fábrica de galletas o de cereales, viene con unas propiedades determinadas y una historia determinada, y en función de estos datos generados ya anteriormente, el nuevo actor puede adecuar sus líneas de producción para generar un proceso de mayor calidad y eficiencia.

Y no nos quedamos ahí, puede llegar al ámbito logístico donde también se le añade información e incluso hasta la venta al por menor o usuario final en su casa, que en función de las características concretas de ese producto (que no las genéricas), puede realizar un tratamiento personalizada más concreto de una enfermedad crónica por ejemplo, como adecuar la dosis de insulina de una persona con diabetes a las características concretas del producto que ha comido, no a los valores medios de ese tipo de productos ofrecidos por el proveedor.

Este ejemplo sencillo toma todavía más dimensión si hablamos de información personal de las personas, esa que dejamos sin mucho problema en las grandes tecnológicas que pueden llegar a saber más sobre nosotros que nosotros mismos. Y siguiendo con el caso de la diabetes, incluso no resulta ético que una farmacéutica o fabricante del sensor no quiera dar acceso abierto a los datos procedentes de un sensor de medición de glucosa que compras o que está financiada por tu departamento de salud al que pagas impuestos. Sin embargo, la compra pública lo permite, cuando se está pagando con los impuestos de los usuarios que no pueden acceder a sus datos.

El caso descrito muestra lo valioso de la economía circular del dato, y lo lejos que estamos de asimilar el impacto que pueden tener los datos y su accesibilidad y protección, sobre todo cuando hablamos de datos personales o datos de procesos críticos.

En el momento que entendamos ese concepto de economía circular del dato, y que preparemos la forma de compartir y circular esos datos para que estén disponible para las actividades y personas que puedan extraer partido de él, el reciclaje y sostenibilidad de los datos nos ayudarán a ser más circulares económicamente hablando.

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Y las posibilidades de que sobre todo las personas seamos conscientes de la cesión que hacemos de nuestros datos, y quién tiene autoridad sobre ellos, es un aspecto trascendente en este ámbito, sobre todo si lo orientamos al medio sanitario como se ha percibido este 2020.

Para fines diferentes, y por ello, pensar de forma estratégica y con ese concepto de ciclo de vida del dato o economía circular del dato, nos permitirá aprovechar mucho mejor las oportunidades que tanto nosotros como terceros podamos tener por delante al exprimir ese dato.

La famosa frase, data is the new oillos datos son el nuevo petróleo, refleja un símil acertado en parte, pero poco afortunado en el concepto de refino del dato para extraerle valor, porque realmente no alteramos el dato bruto original como se hace con el petróleo, sino que esa materia prima bruta, puede ser fuente de nuevos servicios y productos de forma permanente. Así que podríamos decir que tenemos materia prima infinita para aquellas utilidades y resolución de problemas que nos pongamos como reto. Porque lo importante en este proceso son las preguntas que nos hagamos y cómo las respondamos, preguntas en la que los datos deben ayudarnos a buscar las respuestas.

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