Si tus datos estuvieran en bolsa… ¿qué valor tendrían?

Sé que el título puede llegar a ser provocativo, pero realmente la pregunta está muy orientada a obtener una valoración objetiva de tus datos por el mercado, algo que en ocasiones pasa desapercibido por las empresas y las decisiones cuando se habla de transformación digital.

Los periódicos y los titulares de muchas empresas en sus páginas corporativas y redes sociales, inyectan las palabras mágicas como “transformación digital”, “servitización” o “customer first”, o incluso algunos se atreven con “el nuevo paradigma digital” para poner en valor lo que realmente es una simple captación de datos de un proceso que requiere mejora, que en ocasiones es únicamente una captación de datos de parte de su negocio.

El primer problema que puede tener una organización al hablar de transformación digital es no saber de qué está hablando, o confundir transformación digital con una mejora de conexión a internet por ejemplo, o una captación de datos de planta o de negocio.

Y vuelvo a la pregunta del inicio. Si tus datos salieran al mercado continuo, esto es, si los datos que tienes tú en tu poder para tomar decisiones pudieran ser comprados por un externo, ¿cuánto crees que pagarían por ellos si es que los comprarían?

Y aquí te puedes hacer un par de preguntas para ver si tu estrategia de datos y transformación digital está bien orientada:

  1. ¿A quién le pueden interesar mis datos? Si no encuentras respuesta, tus datos quizá no valgan mucho, porque si no hay nadie que pueda hacer nada con tus datos, estos no tiene valor, y por lo tanto, cualquier inversión que estés haciendo tú en captarlos, almacenarnos o incluso decir que lo estás haciendo, es un gasto de dinero y tiempo muy valioso. En esta situación, podría ser interesante que te preguntes por qué y para qué se ha iniciado el proceso de transformación interno o de captación de datos, porque probablemente no se ha definido una buena estrategia de qué es lo importante en la empresa, y de qué datos son realmente los valiosos para promover el negocio y la rentabilidad de la empresa en el futuro (y no en el pasado, ¡¡donde ya no se puede actuar!!)
  2. ¿Qué valor tienen? Capturar datos, trabajar con ellos, las herramientas y recursos externos necesarios para poder convertirlos en un activo, y todo lo relacionado con su integración en un plan de transformación de empresa requiere una inversión. Si el valor que obtienes tú del mercado por esos datos no es suficientemente elevado para hacer frente a la inversión interna, no hay un equilibrio financiero saludable y por lo tanto, vuelve a faltar una reflexión estratégica de dónde poner el foco.
  3. ¿Cómo calculo el valor de esos datos de forma objetiva y desde el mercado? Puede resultar tarea difícil incluso llegar a un consenso interno de cuánto valen los datos de una empresa. Esto es, de la misma manera que se inventaria un activo o los productos en un almacén, los datos también tienen un valor, y los veremos en los balances tarde o temprano (para quebradero de cabeza de muchos), porque realmente son un activo. Ahora bien, ¿cuánto valen de forma objetiva? La mejor manera de contestar a esta pregunta es convertirlo en servicios y valor que la empresa ofrece a sus clientes. Si el precio de compra-venta de esos servicios añadidos, servitización, productos, etc, tiene un valor diferencial, ese valor diferencial será el valor que aportan nuestros datos. E incluso si el hecho de contar con nuestros datos nos permite ofrecer un producto que de otra forma dejaríamos de ofrecer por no ser competitivos, nuestra estrategia de transformación y datos es la que está sustentando toda esa línea de producto, porque de otra manera no sería viable o no podríamos llevarlos al mercado de forma competitiva. ¿Os sale la cuenta?
  4. ¿Quién y cómo se tiene control sobre los datos? Finalmente, y para cerrar esta entrada, la última pregunta se centra en el activo digital, en quién posee el control de las herramientas que controlan los datos, que manejan los hilos, los nutrientes de nuestra empresa. Y ligado con el concepto de activo digital que en anteriores ocasiones hemos compartido con vosotros, también es muy importante el cómo. Esto es, si contamos con una estrategia convergente y transversal, o si vamos desarrollando soluciones que van empastadas unas con otras siendo cada una de su padre y de su madre a modo de champiñones. ¿Os acordáis de la empresa Frankenstein de la que también os hemos hablado y que se describe en Pedaleando?

Espero que estas preguntas os hagan aterrizar mejor las ideas en torno a la transformación digital, y que para este 2021–2022, donde todavía queda mucho por construir, vuestra visión esté despejada y menos nublada gracias a una buena gestión de los datos de vuestras empresa que realmente sean un activo y no una distracción.

Alberto Conde Mellado

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