10 aspectos clave de las plataformas digitales.
El concepto de IoT (Internet of Things) lleva tiempo resonando en las noticias y en los mercados. Han sido muchas las empresas líderes que han dado pasos firmes hacia la conexión de sus activos, de cara a poder extraer información valiosa de los datos generados por todo aquello conectado a Internet. De ahí precisamente llega el nombre de Internet of things, término que se le atribuye a Kevin Ashton y que fue ideado dentro de su trabajo en el MIT ligado a la identificación por radiofrecuencia (sensores RFiD).
Un aspecto común es que los dispositivos que están conectados a ese IoT suelen estar distribuidos, de ahí el interés en conectarlos a través de internet para poder converger y unirlos a través de nodos.
Quizá deberíamos preguntarnos: ¿para qué queremos esto de conectar dispositivos? Precisamente esa es la pregunta que responden aquellas empresas que hoy día tienen servicios ligados al IoT para cliente final, bien sean empresas o usuarios finales.
¿Qué tienen en común los servicios que triunfan en este ámbito? Si hacemos un análisis exhaustivo veremos varias similitudes entre las propuestas que verdaderamente aportan valor a los usuarios finales y tienen éxito:
- El servicio es un conjunto de productos y sub-servicios internos para que el usuario final pueda tener una experiencia satisfactoria e integral de forma sencilla. Si la tecnología es complicada o eleva la complejidad de uso del usuario, sencillamente se deja de usar: no gusta, no funciona y fracasa.
- El concepto de IoT por sí solo no aporta valor. No sirve de mucho para un usuario final tener dispositivos conectados sin más. Es preciso definir una propuesta de valor con la información y datos recolectados desde los dispositivos o activos conectados.
- Los elementos que generan esos servicios son aplicaciones, las famosas APPs, que pueden ser aplicaciones de móvil o web, pero en cualquier caso son desarrollos de software que aportan un valor añadido en el consumo de los datos de los dispositivos y activos conectados. Son los que convierten los datos en servicios, en “valor”.
- Requieren de una plataforma digital integradora que dé empaque al producto o servicio ofrecido al cliente y usuario final. Tenemos dispositivos o máquinas distribuidas, tenemos gateways de conexión para la captura de datos, tenemos aplicaciones que transforman los datos en servicios y estos servicios normalmente se ofrecen de una forma integrada a través de internet gracias a una plataforma que engloba todo el proceso.
Por lo tanto, el concepto de plataforma digital integra varios aspectos clave:
- En primer lugar deberá tener en cuenta aspectos como la arquitectura digital necesaria para dar cabida a la conexión entre dispositivos, datos y usuarios, permitiendo el crecimiento del número de dispositivos y datos en el sistema. Uno de los aspectos que hace complicada la interoperabilidad del IoT es precisamente la diversidad de estándares técnicos que uno se encuentra en el mercado e incluso dentro de una misma empresa.
- Tendrá que hacerlo de un modo ciberseguro, que garantice tanto la privacidad como la seguridad de los datos e información almacenada.
- Es conveniente que disponga de un módulo de gestión que permita conocer de forma sencilla la evolución de los activos conectados y su situación.
- Debe permitir un módulo de operaciones donde se integren los diferentes servicios o apps específicas que resuelvan las problemáticas de los usuarios finales, donde se integre el conocimiento y se ejecute dicha inteligencia. Aquí es donde los aspectos de inteligencia artificial, algoritmos, etc tienen valor, porque responden a una “operación” o problema concreto. Un caso de uso.
- Debe contar con un apartado para poder explorar los datos almacenados de forma sencilla y abierta. No se trata de ofrecer unas funcionalidades para los expertos en BIG DATA, sino más bien lo contrario, herramientas de exploración sencilla que permitan una interacción ágil con los datos. Cualquier persona con conocimiento de herramientas básicas puede aportar mucha información y añadir conocimiento, incluso validar diferentes hipótesis rápidamente.
- Debe ser compatible con desarrollos de terceros, precisamente para hacer fácil la complicada interoperabilidad comentada anteriormente. De lo contrario, en lugar de reducir complejidad, se añade un sistema aislado más.
- Debe ser un entorno para humanos, para personas de a pie. Aquellos entornos dirigidos a los más expertos científicos de datos cuentan un nicho de mercado mucho menor, por lo que tenderán a especializarse en aspectos muy concretos. Sin embargo no lograrán éxito masivo.
- El usuario debe contar con cierta autonomía para poder tomar decisiones y retroalimentar a la plataforma con la entrada de información adicional, siendo capaz de introducir su conocimiento para consumo propio y de terceros a través de elementos o reglas sencillas. De esta manera el usuario es capaz de complementar las funcionalidades de la plataforma con su conocimiento del sector y los procesos de la compañía.
- Debe ser colaborativa. Una plataforma es un espacio en el que convergen usuarios, y por lo tanto, como todo espacio común, su valía enriquece si se permite un espacio abierto y de intercambio que facilite la transversalidad.
- Debe gustar, ser un producto y servicio sexy, que la gente disfrute con la experiencia. Ya no hay excusas para que incluso las herramientas industriales dejen de ser feas y arduas de manejar. Hoy en día, el software permite alcanzar la belleza a golpe de click, y una buena plataforma digital, tiene que tener esto en cuenta. Y los negocios B2B pueden estar a la altura de los B2C si hay voluntad. Y en este ámbito la simplicidad es la forma más adecuada de entregar valor, menos es más.
Este decálogo engloba de forma sencilla las razones por las que están de moda las plataformas digitales, mostrando cuáles son los aspectos principales a tener en cuenta (entre otros) para poder ofrecer servicios de calidad y ser una alternativa interesante para empresas y usuarios finales.
Alberto Conde